La prosa del siglo XVIII
Durante los primeros años del reinado de Felipe V (1700-1746) encontramos una novelísica continuadora de los dos siglos anteriores:
la Historia de Lisseno y Fenissa (1701) de Párraga Martel o la Nueva Cariclea de Fernando Manuel de Castillejo continúan el modelo bizantino.
La Virtud al uso y Mística a la moda (1729) de Fulgencio Afán de Ribera o Morir viviendo en la aldea y vivir muriendo en la Corte (1737) reflejan el costumbrismo de estos años. Las reediciones de novelas del siglo anterior confirman esta tendencia conservadora.
la Historia de Lisseno y Fenissa (1701) de Párraga Martel o la Nueva Cariclea de Fernando Manuel de Castillejo continúan el modelo bizantino.
La Virtud al uso y Mística a la moda (1729) de Fulgencio Afán de Ribera o Morir viviendo en la aldea y vivir muriendo en la Corte (1737) reflejan el costumbrismo de estos años. Las reediciones de novelas del siglo anterior confirman esta tendencia conservadora.
Un cambio relevante del nuevo siglo será la constitución de la Real Academia Española en 1713, protegida por la Corona desde el 3/10/1714, destinada a velar por la pureza de la lengua. Reunirá generaciones de eruditos, autores del Diccionario de Autoridades (1726-39), cuya segunda edición (1770) precede al Diccionario usual (1780).
Una Ortografía (1741) y una Gramática (1771), además de una edición del Quijote (1780), serán sus principales publicaciones. Proyectada desde 1711-12, nuestra Biblioteca Nacional queda fundada por Real Decreto en 1716. Originalmente, esta Real Librería, que llegó a ser biblioteca pública, se hallaba entre el Palacio Real y el convento de la Encarnación. |
Una generación de escritores, los novatores, se interesa por las novedades científicas atomistas, frente al escolasticismo aristotélico; por el empirismo, frente a las Autoridades grecolatinas, y por las lenguas modernas, frente a las clásicas.
Precedentes suyos serían Juan Caramuel e Isaac Cardoso, junto al médico valenciano Juan de Cabriada, autor de una Carta Filosófico-Médico-Química (1687). Fue maestro del mallorquín Vicente Mut o de José de Zaragozá y Antonio Hugo de Omerique, estimado por Newton.
Diego Mateo Zapata (1664-1745), murciano afincado en Sevilla, destacó por su Verdadera Apología en defensa de la Medicina Racional, filosófica (1690) y por su obra póstuma Ocaso de las formas aristotélicas (1745), traducida a varias lenguas y prohibida por la Inquisición.
Una posición moderada entre novatores y escolásticos será la de Luis de Losada (1681-1748), autor de un Cursus Philosophicus (1724-35), frente a la más antiaristotélica de Alejandro Avendaño y sus Diálogos filosóficos en defensa del atomismo (1716).
Muchos novatores profesan la medicina, como Martín Martínez (1684-1734) en su Anatomía completa del hombre (1728) o el aragonés Andrés Piquer (1711-1772), autor de una Lógica Moderna (1747).
Se consideran atomistas, como el valenciano Tomás Vicente Tosca (1651-1723), que escribió un Compendio matemático (1707-15), o el poeta Gabriel Álvarez de Toledo (1662-1714).
Entre los científicos-experimentales destaca Mateo Aymerich (1715-1799), autor de Prolusiones Philosophicae (1756).
Compendio matemático (1707)
Otros novatores fueron Jerónimo de Uztáriz (1670-1732) y su Teoría y práctica de comercio y de marina (1724), Jorge Juan (1713-1773) y Antonio de Ulloa, estudiosos del cálculo infinitesimal.
Feijoo 3.- El ensayo es un género característico del siglo XVIII. Encuentra su mejor representante en Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764), nacido en Casdemiro (Orense). En 1690 recibe los hábitos benedictinos y dos años después estudia Artes, para seguir sus estudios de Teología. En 1709 se instalará en el convento de San Vicente, en Oviedo, para realizar contados viajes.
Su primera obra relevante fue la Carta Apologética de la Medicina Escéptica, del Doctor [Martín] Martínez (1725).
Un año después edita en Madrid el primer volumen del Teatro Crítico Universal (1726). Lo forman "Discursos varios en todo género de materias para desengaño de errores comunes".
)
En el prólogo aclara que "no van los discursos distribuidos por determinadas clases", subrayando la libertad de sus escritos. Tratan diferentes temas y destacan los de "materias físicas".
Comienza denigrando la "Voz del pueblo" y se distancia de errores heredados, como los almanaques y la astrología, chocando con autores prestigiosos del momento.
En 1727 Feijoo es miembro de la Real Sociedad Médica de Sevilla y edita el segundo tomo del Teatro Crítico (1728). Con motivo del Anti-Teatro Crítico (1729) de Salvador José Mañer (1676-1751), primera impugnación de su obra, publica la Ilustración apologética al primer y segundo tomo del Teatro crítico (1729) y el tercer volumen (1729). Tras un roce con Mayans i Siscar, el Padre Sarmiento defenderá a Feijoo.
En el cuarto tomo del Teatro Crítico Universal (1730) defiende la historicidad de Bernardo del Carpio, discutiendo con otros historiadores.
El undécimo discurso del quinto tomo (1733) presenta el carácter más progresista de Feijoo, al defender "El gran magisterio de la experiencia".
El sexto (1734) contiene "El no sé qué", artículo que se interpreta simultánea y paradójicamente como un triunfo del racionalismo o del prerromanticismo. El séptimo (1735) y octavo (1739), que sufrió la censura inquisitorial, cierran la serie, seguida de un Suplemento (1740), equivalente a un noveno tomo.
Cinco volúmenes de Cartas eruditas y curiosas (1742, 1745, 1750, 1753 y 1760) prolongan el Teatro Crítico. El tercero plantea "Si hay otros mundos", sin rechazar esta posibilidad.
Segundo tomo de las
Cartas eruditas (1745) Los ataques de las Reflexiones crítico-apologéticas sobre las obras de Feijoo (1748-49) de Francisco de Soto y Marne corrigen errores del benedictino y lo consideran hereje. Fernando VI prohibe en 1750 las críticas a Feijoo, que se había defendido ya en la Justa repulsa de inicuas acusaciones (1749).
Muere con 88 años en su convento de San Vicente.
Dos opúsculos sobre la naturaleza de los terremotos (1756) y El pecador convertido, Romance, y La Conciencia. Décimas (1759) completan su obra literaria.
El éxito editorial de Feijoo fue desmedido en su época: tiradas de 3.000 ejemplares y ventas de 400.000 a 500.000 volúmenes, en vida, del Teatro Crítico contrastan con el olvido, desde 1787 hasta mediados del siglo XIX.
Feijoo fue pionero del ensayo en España, siguiendo a Michel de Montaigne (1533-1592), creador del término Essais, y teniendo en cuenta las misceláneas españolas de Pedro Mejía, Zapata... o los Errores celebrados de Juan de Zabaleta.
No menoscaban sus méritos las limitaciones metodológicas del benedictino: su seguimiento de la ortodoxia, sus citas de autoridades que critica en otras partes, su rechazo a Descartes, etc. Con todo, fue un divulgador que inculcó las ideas de una nueva época, con un estilo sencillo, alejado de la retórica convencional.
La biblioteca de su convento le ofrecía Diccionarios y Enciclopedias, de origen francés en su mayoría, y ejemplares de Le Journal des Savants, que serían sus fuentes de información. El resto fue paciencia y buen tino.
4.- Asociado a Feijoo, encontramos al leonés, también benedictino, Martín Sarmiento (1695-1771), que sólo publicó en vida una Demostración crítico-apologética del Teatro Crítico Universal del Padre Feijoo (1732). Entre los diecinueve volúmenes de manuscritos, inéditos a su muerte, se hallan las Memorias para la historia de la poesía y poetas españoles (1775) con apuntes de literatura medieval española, erudición y otras materias que han honrado a Sarmiento como testigo de su siglo.
Gregorio Mayans i Siscar 5.- Lúcido ilustrado fue el valenciano Gregorio Mayans i Siscar (Oliva, 1699-1781). Estudió Derecho y Filosofía y fue discípulo del latinista Manuel Martí (1663-1737), que lo orientó en la filología clásica. Mayans vivió poco integrado en su entorno, distanciado de Feijoo, de la Real Academia Española -él mismo intentaría una Academia Valenciana-, del Diario de los literatos de España (1737-42) -fundado por Salafranca, Huerta y Puig- y, finalmente, de la Biblioteca Real, donde trabajó de 1737 a 1739, para volver a su pueblo natal.
Intentó Mayans reconstruir el pasado, con una metodología y un criterio que le ganó el reconocimiento del resto de Europa.
En sus inicios, estudió a Saavedra Fajardo (1725) y la elocuencia española (1727), para, en 1737, dar a luz dos grandes obras: los Orígenes de la Lengua Española, sólido estudio con primeras ediciones del Diálogo de la Lengua, de Juan de Valdés o del Arte de trovar, de Enrique de Villena, y, en segundo lugar, la Vida de Miguel de Cervantes (1737), primera biografía de este autor, escrita por encargo para una edición inglesa del Quijote de ese mismo año. Su éxito fue enorme, pese a ignorar datos, como el lugar de nacimiento de Cervantes, ya que Mayans no utilizó documentos originales.
Su obra magna, la Retórica (1757), se basó en autores como Nebrija, Luis Vives y el Brocense. Editó obras de Nicolás Antonio, comentó el derecho medieval y tradujo los clásicos latinos.
Su tarea continuaría en eruditos como el agustino Enrique Flórez (1702-1773), cuya España Sagrada (1747-1772), en 27 volúmenes, se continuó -54 vols.- hasta 1961.
Retomaron su tarea Luis José Velázquez de Velasco (1722-1772) o el jesuita Andrés Burriel (1719-1762).
Precedentes suyos serían Juan Caramuel e Isaac Cardoso, junto al médico valenciano Juan de Cabriada, autor de una Carta Filosófico-Médico-Química (1687). Fue maestro del mallorquín Vicente Mut o de José de Zaragozá y Antonio Hugo de Omerique, estimado por Newton.
Diego Mateo Zapata (1664-1745), murciano afincado en Sevilla, destacó por su Verdadera Apología en defensa de la Medicina Racional, filosófica (1690) y por su obra póstuma Ocaso de las formas aristotélicas (1745), traducida a varias lenguas y prohibida por la Inquisición.
Una posición moderada entre novatores y escolásticos será la de Luis de Losada (1681-1748), autor de un Cursus Philosophicus (1724-35), frente a la más antiaristotélica de Alejandro Avendaño y sus Diálogos filosóficos en defensa del atomismo (1716).
Muchos novatores profesan la medicina, como Martín Martínez (1684-1734) en su Anatomía completa del hombre (1728) o el aragonés Andrés Piquer (1711-1772), autor de una Lógica Moderna (1747).
Se consideran atomistas, como el valenciano Tomás Vicente Tosca (1651-1723), que escribió un Compendio matemático (1707-15), o el poeta Gabriel Álvarez de Toledo (1662-1714).
Entre los científicos-experimentales destaca Mateo Aymerich (1715-1799), autor de Prolusiones Philosophicae (1756).
Compendio matemático (1707)
Otros novatores fueron Jerónimo de Uztáriz (1670-1732) y su Teoría y práctica de comercio y de marina (1724), Jorge Juan (1713-1773) y Antonio de Ulloa, estudiosos del cálculo infinitesimal.
Feijoo 3.- El ensayo es un género característico del siglo XVIII. Encuentra su mejor representante en Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764), nacido en Casdemiro (Orense). En 1690 recibe los hábitos benedictinos y dos años después estudia Artes, para seguir sus estudios de Teología. En 1709 se instalará en el convento de San Vicente, en Oviedo, para realizar contados viajes.
Su primera obra relevante fue la Carta Apologética de la Medicina Escéptica, del Doctor [Martín] Martínez (1725).
Un año después edita en Madrid el primer volumen del Teatro Crítico Universal (1726). Lo forman "Discursos varios en todo género de materias para desengaño de errores comunes".
)
En el prólogo aclara que "no van los discursos distribuidos por determinadas clases", subrayando la libertad de sus escritos. Tratan diferentes temas y destacan los de "materias físicas".
Comienza denigrando la "Voz del pueblo" y se distancia de errores heredados, como los almanaques y la astrología, chocando con autores prestigiosos del momento.
En 1727 Feijoo es miembro de la Real Sociedad Médica de Sevilla y edita el segundo tomo del Teatro Crítico (1728). Con motivo del Anti-Teatro Crítico (1729) de Salvador José Mañer (1676-1751), primera impugnación de su obra, publica la Ilustración apologética al primer y segundo tomo del Teatro crítico (1729) y el tercer volumen (1729). Tras un roce con Mayans i Siscar, el Padre Sarmiento defenderá a Feijoo.
En el cuarto tomo del Teatro Crítico Universal (1730) defiende la historicidad de Bernardo del Carpio, discutiendo con otros historiadores.
El undécimo discurso del quinto tomo (1733) presenta el carácter más progresista de Feijoo, al defender "El gran magisterio de la experiencia".
El sexto (1734) contiene "El no sé qué", artículo que se interpreta simultánea y paradójicamente como un triunfo del racionalismo o del prerromanticismo. El séptimo (1735) y octavo (1739), que sufrió la censura inquisitorial, cierran la serie, seguida de un Suplemento (1740), equivalente a un noveno tomo.
Cinco volúmenes de Cartas eruditas y curiosas (1742, 1745, 1750, 1753 y 1760) prolongan el Teatro Crítico. El tercero plantea "Si hay otros mundos", sin rechazar esta posibilidad.
Segundo tomo de las
Cartas eruditas (1745) Los ataques de las Reflexiones crítico-apologéticas sobre las obras de Feijoo (1748-49) de Francisco de Soto y Marne corrigen errores del benedictino y lo consideran hereje. Fernando VI prohibe en 1750 las críticas a Feijoo, que se había defendido ya en la Justa repulsa de inicuas acusaciones (1749).
Muere con 88 años en su convento de San Vicente.
Dos opúsculos sobre la naturaleza de los terremotos (1756) y El pecador convertido, Romance, y La Conciencia. Décimas (1759) completan su obra literaria.
El éxito editorial de Feijoo fue desmedido en su época: tiradas de 3.000 ejemplares y ventas de 400.000 a 500.000 volúmenes, en vida, del Teatro Crítico contrastan con el olvido, desde 1787 hasta mediados del siglo XIX.
Feijoo fue pionero del ensayo en España, siguiendo a Michel de Montaigne (1533-1592), creador del término Essais, y teniendo en cuenta las misceláneas españolas de Pedro Mejía, Zapata... o los Errores celebrados de Juan de Zabaleta.
No menoscaban sus méritos las limitaciones metodológicas del benedictino: su seguimiento de la ortodoxia, sus citas de autoridades que critica en otras partes, su rechazo a Descartes, etc. Con todo, fue un divulgador que inculcó las ideas de una nueva época, con un estilo sencillo, alejado de la retórica convencional.
La biblioteca de su convento le ofrecía Diccionarios y Enciclopedias, de origen francés en su mayoría, y ejemplares de Le Journal des Savants, que serían sus fuentes de información. El resto fue paciencia y buen tino.
4.- Asociado a Feijoo, encontramos al leonés, también benedictino, Martín Sarmiento (1695-1771), que sólo publicó en vida una Demostración crítico-apologética del Teatro Crítico Universal del Padre Feijoo (1732). Entre los diecinueve volúmenes de manuscritos, inéditos a su muerte, se hallan las Memorias para la historia de la poesía y poetas españoles (1775) con apuntes de literatura medieval española, erudición y otras materias que han honrado a Sarmiento como testigo de su siglo.
Gregorio Mayans i Siscar 5.- Lúcido ilustrado fue el valenciano Gregorio Mayans i Siscar (Oliva, 1699-1781). Estudió Derecho y Filosofía y fue discípulo del latinista Manuel Martí (1663-1737), que lo orientó en la filología clásica. Mayans vivió poco integrado en su entorno, distanciado de Feijoo, de la Real Academia Española -él mismo intentaría una Academia Valenciana-, del Diario de los literatos de España (1737-42) -fundado por Salafranca, Huerta y Puig- y, finalmente, de la Biblioteca Real, donde trabajó de 1737 a 1739, para volver a su pueblo natal.
Intentó Mayans reconstruir el pasado, con una metodología y un criterio que le ganó el reconocimiento del resto de Europa.
En sus inicios, estudió a Saavedra Fajardo (1725) y la elocuencia española (1727), para, en 1737, dar a luz dos grandes obras: los Orígenes de la Lengua Española, sólido estudio con primeras ediciones del Diálogo de la Lengua, de Juan de Valdés o del Arte de trovar, de Enrique de Villena, y, en segundo lugar, la Vida de Miguel de Cervantes (1737), primera biografía de este autor, escrita por encargo para una edición inglesa del Quijote de ese mismo año. Su éxito fue enorme, pese a ignorar datos, como el lugar de nacimiento de Cervantes, ya que Mayans no utilizó documentos originales.
Su obra magna, la Retórica (1757), se basó en autores como Nebrija, Luis Vives y el Brocense. Editó obras de Nicolás Antonio, comentó el derecho medieval y tradujo los clásicos latinos.
Su tarea continuaría en eruditos como el agustino Enrique Flórez (1702-1773), cuya España Sagrada (1747-1772), en 27 volúmenes, se continuó -54 vols.- hasta 1961.
Retomaron su tarea Luis José Velázquez de Velasco (1722-1772) o el jesuita Andrés Burriel (1719-1762).
Haz clic aquí paEn Zaragoza nació Ignacio de Luzán (1702-1754), cuya Poética (1737), en cuatro libros, trata Del origen, progreso y esencia de la poesía (libro I); De la utilidad y del deleite de la poesía, en el libro II; el libro tercero, De la tragedia y comedia y otras poesías dramáticas y el cuarto, De la naturaleza y definición del poema épico. Adopta un punto de vista aristotélico, basado en el concepto de imitación icástica o fantástica; defiende las unidades de acción, lugar y tiempo y muestra una formación literaria italiana más que francesa. Siembra la semilla del neoclasicismo y critica la comedia barroca.
Una edición póstuma de la Poética (1789), dudosamente corregida por su autor, estudia el teatro español, el Arte nuevo de Lope de Vega, etc.
La reflexión sobre el teatro nacional, iniciada por Montiano y Luyando (1697-1764), terminaría como polémica entre Clavijo y Fajardo (1730-1806), Cristóbal Romea y Tapia, Fco. Mariano Nipho y Nicolás Fernández Moratín, entre otros.
La actividad erudita de esta época prefigura las Humanidades actuales.
A ellas contribuyen publicaciones periódicas, como El Pensador (1762-67), dirigido por Clavijo y Fajardo, que difundieron, entre las ideas ilustradas, piezas literarias de interés.
En Salamanca nace una gran figura del siglo: Diego de Torres Villarroel (1694-1770), creador de una imagen propia, que superpondría a su ya compleja personalidad.
Unas travesuras estudiantiles, una fuga a Portugal (1714) y una estancia con un ermitaño comienzan a perfilar un personaje carismático.
A sus lectores se presenta con un primer almanaque, llamado Gran Piscator de Salamanca (1718). Este nombre, entre literario y folclórico, se fundirá con el propio. Le ganó fama y reputación dudosa, por lo que le llovieron críticas, de las que se defendió violentamente toda su vida.
El año de 1718 Torres se vincula a la cátedra de astrología y matemáticas de la universidad salmantina. Dos años después marcha a Madrid (1720-1726), donde frecuenta tertulias y amplía estudios.
Su Viaje fantástico (1724) inicia la serie de Sueños. En éste, confiesa seguir al jesuita Atanasius Kircher: presenta un maestro que alecciona a sus discípulos. La obra se refundiría como Anatomía de todo lo visible e invisible (1738).
El gran Piscator
Al año siguiente aparece Correo del otro mundo (1725), nuevo Sueño en que Torres contesta cinco cartas de ultratumba, remitidas por Sarrabal, Hipócrates, Papiniano, Aristóteles y un muerto místico, indignados por las patrañas de nuestro autor y su desprecio por las profesiones que ellos ejercen.
En Sacudimiento de mentecatos (1726) se defiende de las burlas recibidas y habla de su propio ego.
Sacudimiento de mentecatos
El ermitaño y Torres (1726) luce conocimientos de medicina y se distancia de la alquimia. La continúa ese mismo año en La suma medicina o piedra filosofal del ermitaño.
De Marzo de 1726 es el prólogo a la Cátedra de morir, escrito quevedesco de línea neoestoica.
Por estos años, Torres es famoso. Le atribuyen el vaticinio de la muerte de Luis I y polemiza con Feijoo, Martín Martínez, y con el padre Isla.
Tras unos meses de 1726 en El Escorial, vuelve en Octubre a Salamanca, y gana la cátedra universitaria de matemáticas. Ha publicado opúsculos sobre el canto del gallo, sobre el arte de torear y sobre su detractor Martín Martínez.
La primera parte de sus Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte (1727) aparece en Madrid, dedicada al futuro Carlos III. Es un Sueño en la mejor tradición quevedesca, en el que Torres guía al difunto. Presenta en trece visiones a barberos, militares, licoreros, libreros, embudistas, letrados, médicos, comedrones, pobres, petimetres, comediantes, músicos, comilones... sublimando, quizá, rencores que arrastra de Madrid.
Las partes segunda y tercera (1728) prolongan este esquema, aunque la última presenta lugares más gratos, como el Santo Monte de Piedad o la Librería -Biblioteca- Real.
Una Vida natural y católica (1730) recoge su línea espiritual, sin librarse de la censura inquisitorial en 1743.
Desde 1731 tenía concluída La barca de Aqueronte (1743). Este Sueño insiste en la sátira quevedesca.
En 1732 un contratiempo le hace huir a Francia, sin ser previamente juzgado, y vivir en Portugal hasta 1734. Allí comienza a redactar su Vida, como defensa ante la injusticia sufrida.
Los desahuciados del Mundo y de la Gloria. Sueño Místico, moral y phísico, útil para quantos desean morir bien y conocer las debilidades de la Naturaleza (1736) presentaba, en el marco del Sueño, cinco deshauciados. Acompañado por un etíope sabio, Torres conoce la miseria de estos moribundos, bajo un mismo esquema: tras una descripción de calamidades físicas, escrupulosa y morbosamente apoyada en una terminología médica, expone los vicios morales que las causaron. Son desengaños del mundo y avisos de enmiendas.
En la segunda y tercera parte (1737) presenta un Hospital de ambos sexos: cinco hombres y cinco mujeres, que amplían el repertorio de enfermedades físicas y causas morales. El escarmiento es el objetivo de estas visiones que cierran los Sueños de Torres, para comenzar una nueva fase literaria.
Entre 1738 y 1743 recopila y corrige sus obras en siete u ocho tomos, iniciados por la Anatomía de todo lo visible y lo invisible (1738) y cerrados por la Vida (1743).
La primera edición de la Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor don Diego de Torres Villarroel (1743) constaba de cuatro trozos, correspondientes cada uno a diez años de su existencia. Tras citar a sus antecesores, el primero justifica su carácter agresivo por la influencia de un gallego cruel. El trozo segundo narra su pupilaje e ingreso en la Universidad de Salamanca. Acompaña a un ermitaño en Portugal, actúa como médico en Coimbra, danzante, soldado, torero... hasta regresar a la casa paterna de Salamanca.
Un prolijo autorretrato inicia el tercer trozo y muestra exterioridades e intimidades: sus estudios de astronomía, sus publicaciones de almanaques, su trabajo en la cátedra de matemáticas y su capellanía en San Martín; sus seis meses de injusta prisión, por escritos difamatorios, su desprecio de los profesores universitarios, su fundación del Colegio del Cuerno y su viaje a Madrid, entre tertulias, estudios, planes para hacerse contrabandista, asistencia a fenómenos paranormales con la condesa de los Arcos y polémicas con Martín Martínez.
El cuarto trozo refleja su triunfo en la Cátedra de Matemáticas, sus percances en Guadarrama y la denuncia que causó su destierro a Portugal. Pese a sus enfermedades, peregrina a Santiago de Compostela, donde resulta un personaje popular.
Edición de la
Un quinto trozo (1750) se imprimió suelto en Salamanca para unirse al resto de la obra en 1752: aparece bajo la protección de la duquesa de Alba en Madrid, a quien dedica numerosas páginas. Relata cómo la Inquisición reconoció su valor, tras un breve roce; su ordenación sacerdotal y la grave enfermedad de la que sanó, una vez expulsados los médicos que lo atendían. Un añadido de 1752 informa de su jubilación y de su actual prosperidad.
Sexto trozo de la
Vida de Torres Este año se publican catorce volúmenes de sus Obras (1752) por suscripción pública.
Un Sexto trozo (1758) de la Vida detalla su jubilación y las oposiciones de su sobrino. Presenta diversos documentos, acomodado en el Palacio de Monterrey como administrador de los duques de Alba.
Sus problemas no habían concluido, y la muerte de su sobrino, junto con la prohibición de sus Almanaques (1767) precipitó la suya, tres años después.
La Vida de Torres desconcierta a sus lectores. No trata grandes episodios, sino minucias, potenciadas por el ego del autor. No es una novela picaresca ni una autobiografía como la de Giambattista Vico.
Carta autógrafa de Torres (1732) Es el relato de un burgués que busca su propio ascenso social, deformando su personalidad hasta crear un personaje extravagante que exige respeto, pese a haber nacido en una clase media, ajena a la nobleza. Al estilo de Unamuno, su espiritualidad interna choca con las apariencias mundanas.
Su posición entre los ilustrados es confusa. No es un novator ni un retrógrado. La imagen que él creó dificulta el conocimiento de la propia.
(1733) de José de Vasconcelos o El Alcides de la Mancha y famoso don Quixote (1750), anónimo; una novela histórica, en Ascanio o el joven aventurero (1750) o en la Historia verdadera del Conde Fernán González (1750), etc.
En León nació José Francisco de Isla (1703-1781). Con once años será bachiller en Derecho Civil, y con dieciséis ingresa en la Compañía de Jesús. Estudió en Salamanca con Luis de Losada. Lee y defiende a Martín Martínez y a Feijoo. Con Losada escribe la sátira Juventud triunfante (1727). Desempeña cátedras de Filosofía y Teología, publica Cartas de Juan de la Encina (1732) -burlas contra cierto médico segoviano- y su sátira del patriotismo El triunfo del amor y de la lealtad, Día grande de Navarra (1746).
José Francisco de Isla La primera parte de la Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes (1758) no duró un mes sin que la prohibiese la Inquisición. Esta sátira de los sermones engolados y grotescos, que ocultaban lo religioso entre pedanterías, mitologías, chistes y erudición vana, denunciaba el espectáculo ridículo que ofrecían los predicadores de su época.
Su primera parte comprendía tres libros, y un prólogo, donde comentaba el género de este escrito, que hoy consideramos novela. Su autor la titula Historia y la asocia a géneros, como la épica y a obras como el Quijote.
Presenta el nacimiento de Fray Gerundio, hijo de un labrador rico de Tierra de Campos. Sus primeros estudios transcurren entre dómines y predicadores ridículos que le animan a hacerse predicador. El segundo libro presenta su noviciado, sus estudios de artes y su incompetencia para la lógica. Orientado por el grotesco fray Blas, desoye los consejos sensatos de fray Prudencio. En esto y en la redacción de una plática de fray Gerundio pasa el tercer libro.
Se abre con el cuarto libro la segunda parte (1768), publicada clandestinamente y también prohibida. Presenta el primer sermón de fray Gerundio, pronunciado en su pueblo y aplaudido por los suyos. No capta Gerundio las ironías del canónigo don Basilio, pero escucha las quejas del magistral. La llegada de don Carlos, cuyo afrancesamiento es objeto de nueva crítica, interrumpe la filípica. Fray Blas reconforta a Gerundio, que prepara -libro quinto-, por encargo del clérigo Flechilla, un sermón fúnebre a un escribano de mala reputación, animado por el pedante Casimiro. Su éxito le asegura los de Semana Santa en el pueblo de Pero Rubio.
Una conversación sobre retórica recomienda buscar fuentes mejores que el Florilogio, modelo casi exclusivo de los sermones de fray Gerundio. En el libro sexto y último fray Prudencio critica otras manifestaciones literarias extravagantes, de clérigos y predicadores. Fray Gerundio prepara sus sermones, pero la novela se interrumpe al descubrir su autor que los manuscritos que sigue, supuestamente traducidos por un coepíscopo armenio, son pura superchería y deformación de unos datos diferentes a los escritos. Parece admitir que la suya es novela, más que historia, de hechos imaginados, y así justifica lo escrito.
El posibe fracaso de Fray Gerundio como novela deriva de su falta de acción, pues la obra se agota en diálogos críticos o satíricos. Además, su espíritu aristocrático, la aleja de los nuevos tiempos.
Isla, afectado de una parálisis al embarcar, exiliado, con otros jesuitas, hacia Italia, sufrió un nuevo ataque en Bolonia, donde fallecería dos años después.
Sus Cartas familiares (1786) aparecieron en cuatro volúmenes. De 1787 es su traducción de Gil Blas de Santillana (1715-35) de Lesage. Algunas obras espúreas se publicaron con otras auténticas en el Rebusco de las obras literarias... (1790 y 1797).ra modificar.
Una edición póstuma de la Poética (1789), dudosamente corregida por su autor, estudia el teatro español, el Arte nuevo de Lope de Vega, etc.
La reflexión sobre el teatro nacional, iniciada por Montiano y Luyando (1697-1764), terminaría como polémica entre Clavijo y Fajardo (1730-1806), Cristóbal Romea y Tapia, Fco. Mariano Nipho y Nicolás Fernández Moratín, entre otros.
La actividad erudita de esta época prefigura las Humanidades actuales.
A ellas contribuyen publicaciones periódicas, como El Pensador (1762-67), dirigido por Clavijo y Fajardo, que difundieron, entre las ideas ilustradas, piezas literarias de interés.
En Salamanca nace una gran figura del siglo: Diego de Torres Villarroel (1694-1770), creador de una imagen propia, que superpondría a su ya compleja personalidad.
Unas travesuras estudiantiles, una fuga a Portugal (1714) y una estancia con un ermitaño comienzan a perfilar un personaje carismático.
A sus lectores se presenta con un primer almanaque, llamado Gran Piscator de Salamanca (1718). Este nombre, entre literario y folclórico, se fundirá con el propio. Le ganó fama y reputación dudosa, por lo que le llovieron críticas, de las que se defendió violentamente toda su vida.
El año de 1718 Torres se vincula a la cátedra de astrología y matemáticas de la universidad salmantina. Dos años después marcha a Madrid (1720-1726), donde frecuenta tertulias y amplía estudios.
Su Viaje fantástico (1724) inicia la serie de Sueños. En éste, confiesa seguir al jesuita Atanasius Kircher: presenta un maestro que alecciona a sus discípulos. La obra se refundiría como Anatomía de todo lo visible e invisible (1738).
El gran Piscator
Al año siguiente aparece Correo del otro mundo (1725), nuevo Sueño en que Torres contesta cinco cartas de ultratumba, remitidas por Sarrabal, Hipócrates, Papiniano, Aristóteles y un muerto místico, indignados por las patrañas de nuestro autor y su desprecio por las profesiones que ellos ejercen.
En Sacudimiento de mentecatos (1726) se defiende de las burlas recibidas y habla de su propio ego.
Sacudimiento de mentecatos
El ermitaño y Torres (1726) luce conocimientos de medicina y se distancia de la alquimia. La continúa ese mismo año en La suma medicina o piedra filosofal del ermitaño.
De Marzo de 1726 es el prólogo a la Cátedra de morir, escrito quevedesco de línea neoestoica.
Por estos años, Torres es famoso. Le atribuyen el vaticinio de la muerte de Luis I y polemiza con Feijoo, Martín Martínez, y con el padre Isla.
Tras unos meses de 1726 en El Escorial, vuelve en Octubre a Salamanca, y gana la cátedra universitaria de matemáticas. Ha publicado opúsculos sobre el canto del gallo, sobre el arte de torear y sobre su detractor Martín Martínez.
La primera parte de sus Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte (1727) aparece en Madrid, dedicada al futuro Carlos III. Es un Sueño en la mejor tradición quevedesca, en el que Torres guía al difunto. Presenta en trece visiones a barberos, militares, licoreros, libreros, embudistas, letrados, médicos, comedrones, pobres, petimetres, comediantes, músicos, comilones... sublimando, quizá, rencores que arrastra de Madrid.
Las partes segunda y tercera (1728) prolongan este esquema, aunque la última presenta lugares más gratos, como el Santo Monte de Piedad o la Librería -Biblioteca- Real.
Una Vida natural y católica (1730) recoge su línea espiritual, sin librarse de la censura inquisitorial en 1743.
Desde 1731 tenía concluída La barca de Aqueronte (1743). Este Sueño insiste en la sátira quevedesca.
En 1732 un contratiempo le hace huir a Francia, sin ser previamente juzgado, y vivir en Portugal hasta 1734. Allí comienza a redactar su Vida, como defensa ante la injusticia sufrida.
Los desahuciados del Mundo y de la Gloria. Sueño Místico, moral y phísico, útil para quantos desean morir bien y conocer las debilidades de la Naturaleza (1736) presentaba, en el marco del Sueño, cinco deshauciados. Acompañado por un etíope sabio, Torres conoce la miseria de estos moribundos, bajo un mismo esquema: tras una descripción de calamidades físicas, escrupulosa y morbosamente apoyada en una terminología médica, expone los vicios morales que las causaron. Son desengaños del mundo y avisos de enmiendas.
En la segunda y tercera parte (1737) presenta un Hospital de ambos sexos: cinco hombres y cinco mujeres, que amplían el repertorio de enfermedades físicas y causas morales. El escarmiento es el objetivo de estas visiones que cierran los Sueños de Torres, para comenzar una nueva fase literaria.
Entre 1738 y 1743 recopila y corrige sus obras en siete u ocho tomos, iniciados por la Anatomía de todo lo visible y lo invisible (1738) y cerrados por la Vida (1743).
La primera edición de la Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor don Diego de Torres Villarroel (1743) constaba de cuatro trozos, correspondientes cada uno a diez años de su existencia. Tras citar a sus antecesores, el primero justifica su carácter agresivo por la influencia de un gallego cruel. El trozo segundo narra su pupilaje e ingreso en la Universidad de Salamanca. Acompaña a un ermitaño en Portugal, actúa como médico en Coimbra, danzante, soldado, torero... hasta regresar a la casa paterna de Salamanca.
Un prolijo autorretrato inicia el tercer trozo y muestra exterioridades e intimidades: sus estudios de astronomía, sus publicaciones de almanaques, su trabajo en la cátedra de matemáticas y su capellanía en San Martín; sus seis meses de injusta prisión, por escritos difamatorios, su desprecio de los profesores universitarios, su fundación del Colegio del Cuerno y su viaje a Madrid, entre tertulias, estudios, planes para hacerse contrabandista, asistencia a fenómenos paranormales con la condesa de los Arcos y polémicas con Martín Martínez.
El cuarto trozo refleja su triunfo en la Cátedra de Matemáticas, sus percances en Guadarrama y la denuncia que causó su destierro a Portugal. Pese a sus enfermedades, peregrina a Santiago de Compostela, donde resulta un personaje popular.
Edición de la
Un quinto trozo (1750) se imprimió suelto en Salamanca para unirse al resto de la obra en 1752: aparece bajo la protección de la duquesa de Alba en Madrid, a quien dedica numerosas páginas. Relata cómo la Inquisición reconoció su valor, tras un breve roce; su ordenación sacerdotal y la grave enfermedad de la que sanó, una vez expulsados los médicos que lo atendían. Un añadido de 1752 informa de su jubilación y de su actual prosperidad.
Sexto trozo de la
Vida de Torres Este año se publican catorce volúmenes de sus Obras (1752) por suscripción pública.
Un Sexto trozo (1758) de la Vida detalla su jubilación y las oposiciones de su sobrino. Presenta diversos documentos, acomodado en el Palacio de Monterrey como administrador de los duques de Alba.
Sus problemas no habían concluido, y la muerte de su sobrino, junto con la prohibición de sus Almanaques (1767) precipitó la suya, tres años después.
La Vida de Torres desconcierta a sus lectores. No trata grandes episodios, sino minucias, potenciadas por el ego del autor. No es una novela picaresca ni una autobiografía como la de Giambattista Vico.
Carta autógrafa de Torres (1732) Es el relato de un burgués que busca su propio ascenso social, deformando su personalidad hasta crear un personaje extravagante que exige respeto, pese a haber nacido en una clase media, ajena a la nobleza. Al estilo de Unamuno, su espiritualidad interna choca con las apariencias mundanas.
Su posición entre los ilustrados es confusa. No es un novator ni un retrógrado. La imagen que él creó dificulta el conocimiento de la propia.
(1733) de José de Vasconcelos o El Alcides de la Mancha y famoso don Quixote (1750), anónimo; una novela histórica, en Ascanio o el joven aventurero (1750) o en la Historia verdadera del Conde Fernán González (1750), etc.
En León nació José Francisco de Isla (1703-1781). Con once años será bachiller en Derecho Civil, y con dieciséis ingresa en la Compañía de Jesús. Estudió en Salamanca con Luis de Losada. Lee y defiende a Martín Martínez y a Feijoo. Con Losada escribe la sátira Juventud triunfante (1727). Desempeña cátedras de Filosofía y Teología, publica Cartas de Juan de la Encina (1732) -burlas contra cierto médico segoviano- y su sátira del patriotismo El triunfo del amor y de la lealtad, Día grande de Navarra (1746).
José Francisco de Isla La primera parte de la Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes (1758) no duró un mes sin que la prohibiese la Inquisición. Esta sátira de los sermones engolados y grotescos, que ocultaban lo religioso entre pedanterías, mitologías, chistes y erudición vana, denunciaba el espectáculo ridículo que ofrecían los predicadores de su época.
Su primera parte comprendía tres libros, y un prólogo, donde comentaba el género de este escrito, que hoy consideramos novela. Su autor la titula Historia y la asocia a géneros, como la épica y a obras como el Quijote.
Presenta el nacimiento de Fray Gerundio, hijo de un labrador rico de Tierra de Campos. Sus primeros estudios transcurren entre dómines y predicadores ridículos que le animan a hacerse predicador. El segundo libro presenta su noviciado, sus estudios de artes y su incompetencia para la lógica. Orientado por el grotesco fray Blas, desoye los consejos sensatos de fray Prudencio. En esto y en la redacción de una plática de fray Gerundio pasa el tercer libro.
Se abre con el cuarto libro la segunda parte (1768), publicada clandestinamente y también prohibida. Presenta el primer sermón de fray Gerundio, pronunciado en su pueblo y aplaudido por los suyos. No capta Gerundio las ironías del canónigo don Basilio, pero escucha las quejas del magistral. La llegada de don Carlos, cuyo afrancesamiento es objeto de nueva crítica, interrumpe la filípica. Fray Blas reconforta a Gerundio, que prepara -libro quinto-, por encargo del clérigo Flechilla, un sermón fúnebre a un escribano de mala reputación, animado por el pedante Casimiro. Su éxito le asegura los de Semana Santa en el pueblo de Pero Rubio.
Una conversación sobre retórica recomienda buscar fuentes mejores que el Florilogio, modelo casi exclusivo de los sermones de fray Gerundio. En el libro sexto y último fray Prudencio critica otras manifestaciones literarias extravagantes, de clérigos y predicadores. Fray Gerundio prepara sus sermones, pero la novela se interrumpe al descubrir su autor que los manuscritos que sigue, supuestamente traducidos por un coepíscopo armenio, son pura superchería y deformación de unos datos diferentes a los escritos. Parece admitir que la suya es novela, más que historia, de hechos imaginados, y así justifica lo escrito.
El posibe fracaso de Fray Gerundio como novela deriva de su falta de acción, pues la obra se agota en diálogos críticos o satíricos. Además, su espíritu aristocrático, la aleja de los nuevos tiempos.
Isla, afectado de una parálisis al embarcar, exiliado, con otros jesuitas, hacia Italia, sufrió un nuevo ataque en Bolonia, donde fallecería dos años después.
Sus Cartas familiares (1786) aparecieron en cuatro volúmenes. De 1787 es su traducción de Gil Blas de Santillana (1715-35) de Lesage. Algunas obras espúreas se publicaron con otras auténticas en el Rebusco de las obras literarias... (1790 y 1797).ra modificar.
José Cadalso Vázquez (1741-1782), nació en Cádiz, estudió en París y Madrid y recorrió Europa. En 1762 comienza su carrera militar. Recibe el hábito de laorden de Santiago (1766) y un año después conoce al conde de Aranda. Escribe su novela utópica Observaciones de un oficial holandés en el nuevamente descubierto reino de Feliztá, hoy perdida.
Sufre en 1768 un destierro a Aragón por satirizar el mundo cortesano en un Calendario Manual y Guía de Forasteros en Chipre. Concluye su Papel en defensa de la Nación Española (1768), donde responde a las críticas contra España de una de las Cartas persas de Montesquieu. Desterrado, escribe Ocios de mi juventud, poesías. De vuelta a Madrid en 1770, presentará dos tragedias. Por estos años conoce a la actriz María Ignacia Ibáñez (†1771). Su primera obra impresa, Los eruditos a la violeta (1772), es una sátira de ciertos libros de erudición. Ofrece un "Curso completo de todas las ciencias" en siete lecciones para aparentar sabiduría. Al lunes dedica una presentación de las ciencias que se lucen en los salones. Recomienda presunción y soberbia ante sus oyentes. El martes trata de poética y retórica, con los autores y los versos que impresionarán al auditorio. La filosofía será tema del miércoles, con una lista deconceptos y autores, y la recomendación de halagar a las mujeres. La lección del jueves se centra en el derecho de gentes y sus clases. De teología se ocupa el viernes: pasa revista a los teólogos y a los conceptos religiosos en voga. El sábado trata de matemática y geometría especulativa y práctica, arquitectura civil y astronomía, para cerrar el domingo con una miscelánea dehistorias, lenguas vivas, blasón, música, viajes y crítica. |
Su primera obra impresa, Los eruditos a la violeta (1772), es una sátira de ciertos libros de erudición. Ofrece un "Curso completo de todas las ciencias" en siete lecciones para aparentar sabiduría. Al lunes dedica una presentación de las ciencias que se lucen en los salones. Recomienda presunción y soberbia ante sus oyentes. El martes trata de poética y retórica, con los autores y los versos que impresionarán al auditorio. La filosofía será tema del miércoles, con una lista deconceptos y autores, y la recomendación de halagar a las mujeres.
La lección del jueves se centra en el derecho de gentes y sus clases. De teología se ocupa el viernes: pasa revista a los teólogos y a los conceptos religiosos en voga. El sábado trata de matemática y geometría especulativa y práctica, arquitectura civil y astronomía, para cerrar el domingo con una miscelánea de historias, lenguas vivas, blasón, música, viajes y crítica. |
Pedro Rodríguez, Conde de Campomanes (1723-1803), nacido en Santa Eulalia de Sorriba (Asturias) debemos varios escritos oficiales.
Este estudiante de Humanidades y Artes, experto en leyes, comienza escribiendo unas Disertaciones del Orden y Caballería de los Templarios (1745).
Su carrera política se inicia en 1755 como Asesor General de la Renta de Correos y Postas del Reino. Fue Fiscal del Consejo de Castilla (1762) y autor de un Tratado de la Regalía de amortización (1765), donde enfrenta la actitud de la Iglesia a su ideología regalista.
Le seguiría el Discurso sobre el fomento de la industria popular (1774).
En el Discurso sobre la educación popular y fomento de los artesanos (1775) propone la formación profesional y técnica de trabajadores, que devuelva a los oficios su dignidad original. Las matemáticas y el dibujo apoyan esta reforma, que abarca la educación completa de los estudiantes. Las mujeres desarrollan otras funciones. Las leyes liberarán las trabas actuales: privilegios, impuestos, gastos de examen...
Ministro del Consejo y Cámara (1783), Presidente de las Cortes y Gobernador del Consejo de Castilla (1789), llega a ser Consejero de Estado (1791) y miembro de academias y Sociedades Económicas.
Su sintaxis escueta y lapidaria potencia una ideología que bebió Jovellanos en su Informe sobre la ley agraria.
3.- Desde finales del siglo XVII, encontramos una literatura de viajes, mal publicada en su momoento. Escritos de Moratín, Jovellanos, Iriarte, Campomanes, Flórez, Sarmiento, Pérez Báyer... -en forma de cartas, diarios o libros- defienden valores hispánicos artísiticos, culturales o, simplemente, geográficos.
Algunos, herederos de Tomás Moro, cultivan la novela utópica, como la anónima Descripción de la Sinapia, península en la tierra austral, donde Sinapia es anagrama de Hispania. Pudo escribirse a fines del siglo XVII o en el último tercio del XVIII, y apareció entre los papeles de Campomanes. Pinta un país dividido en nueve zonas, donde no existe propiedad privada y donde la sociedad se jerarquiza tras elegir sus gobernantes
Reconstrucción hipotética
de Sinapia
Una versión de los Viajes de Enrique Wanton (1769-1778), por Joaquín Vaca de Guzmán, presenta rasgos originales
Este estudiante de Humanidades y Artes, experto en leyes, comienza escribiendo unas Disertaciones del Orden y Caballería de los Templarios (1745).
Su carrera política se inicia en 1755 como Asesor General de la Renta de Correos y Postas del Reino. Fue Fiscal del Consejo de Castilla (1762) y autor de un Tratado de la Regalía de amortización (1765), donde enfrenta la actitud de la Iglesia a su ideología regalista.
Le seguiría el Discurso sobre el fomento de la industria popular (1774).
En el Discurso sobre la educación popular y fomento de los artesanos (1775) propone la formación profesional y técnica de trabajadores, que devuelva a los oficios su dignidad original. Las matemáticas y el dibujo apoyan esta reforma, que abarca la educación completa de los estudiantes. Las mujeres desarrollan otras funciones. Las leyes liberarán las trabas actuales: privilegios, impuestos, gastos de examen...
Ministro del Consejo y Cámara (1783), Presidente de las Cortes y Gobernador del Consejo de Castilla (1789), llega a ser Consejero de Estado (1791) y miembro de academias y Sociedades Económicas.
Su sintaxis escueta y lapidaria potencia una ideología que bebió Jovellanos en su Informe sobre la ley agraria.
3.- Desde finales del siglo XVII, encontramos una literatura de viajes, mal publicada en su momoento. Escritos de Moratín, Jovellanos, Iriarte, Campomanes, Flórez, Sarmiento, Pérez Báyer... -en forma de cartas, diarios o libros- defienden valores hispánicos artísiticos, culturales o, simplemente, geográficos.
Algunos, herederos de Tomás Moro, cultivan la novela utópica, como la anónima Descripción de la Sinapia, península en la tierra austral, donde Sinapia es anagrama de Hispania. Pudo escribirse a fines del siglo XVII o en el último tercio del XVIII, y apareció entre los papeles de Campomanes. Pinta un país dividido en nueve zonas, donde no existe propiedad privada y donde la sociedad se jerarquiza tras elegir sus gobernantes
Reconstrucción hipotética
de Sinapia
Una versión de los Viajes de Enrique Wanton (1769-1778), por Joaquín Vaca de Guzmán, presenta rasgos originales
Juan Andrés (1740-1817) nació en Alicante y fue desterrado a Italia, entre otros jesuitas. Publicó en diez volúmenes (1782-1799) su Origen, progresos y estado actual de toda la literatura (1784-1806), inicialmente escrita en italiano. Los dos primeros tomos trazaban cronológicamente una historia de la literatura universal, mientras los restantes la ordenaban por géneros o materias.
Sus cinco Cartas familiares (...) a su hermano... (1791-93), tocan temas eruditos y se tradujeron a otras lenguas.
El político barcelonés Antonio de Capmany (1742-1813) escribió una Memoria histórica sobre la marina, comercio y artes de la antigua ciudad de Barcelona (1779-92), entre otras obras sobre economía y filología, como la Filosofía de la elocuencia (1777).
Francisco Cabarrús (1752-1810) nació en Bayona. A su Elogio de Carlos III (1789) se suman las Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las leyes oponen a la felicidad pública (1808), redactadas desde 1792 y 1795. Expone los temas básicos de la Ilustración: virtud, progreso, distribución de riqueza...
Antonio Eximeno (1729-1808), jesuita valenciano, publica un tratado sobre música (Roma, 1774), traducido al castellano en 1796. No editaría en vida su novela satírica Don Lazarillo Vizcardi, seguidora del Quijote, a cuyo autor dedicó otros trabajos. Fue contemporáneo de Antonio Soler (1729-1783).
La bibliografía de este siglo tuvo su mejor exponente en Juan Sempere y Guarinos (1754-1830), nacido en Elda (Alicante). Este doctor en Teología fue miembro del Tribunal Supremo de Justicia durante la invasión francesa. Se exilió en 1813 con las tropas bonapartistas. Volvió a España en 1827 y murió en su pueblo natal.
Su Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reinado de Carlos III (1785-1789), en seis volúmenes, incluía unos ciento cincuenta autores contemporáneos, ordenados alfabéticamente, muchos de los cuales vivían al publicarse su obra. Añadía artículos sobre instituciones o academias. Respondía al desprecio de Masson de Morvilliers y consultó bibliotecas privadas, como la de Jovellanos o Pérez Bayer, apoyado por Campomanes y Floridablanca, y asesorado por Juan Andrés.
Es también autor de una Biblioteca española económico-política (1801-1804).
En Mérida (Badajoz) nace Juan Pablo Forner Segarra (1756-1797). Estudió en Salamanca, donde trataría a José Cadalso. Su carácter lo enfrentó a personalidades de su época. Parte de sus obras permaneció inédita hasta 1843.
Juan Pablo Forner Premiado por su Sátira contra los abusos introducidos en la poesía castellana (1782), atacó a Iriarte en El asno erudito (1782) y recibió contestación. Siguió la polémica con Los gramáticos, Historia chinesca (1782), donde presenta a Chu-su, a quien su maestro, maleducado en Japón, convierte en un pedante de mal gusto. Ignorando a un filósofo, Chu-su se ofusca en un poema sobre la Música, a imitación de un poeta español. Un viaje a Europa lo desengaña y escarmienta.
Las alusiones a Iriarte provocaron que esta obra quedase inédita. Tras satirizar a Cándido María Trigueros, García de la Huerta y a otros autores, Forner recibió en 1784 una seria advertencia oficial.
En 1782, la polémica creada al publicar Masson de Morvilliers su artículo antiespañol ¿Qué se debe a España?, el apoyo de Floridablanca y un concurso sobre elocuencia animaron a Forner a redactar la Oración apologética por España y su mérito literario (1786). En sus dos partes alaba a España y señala sus logros con erudición.
Entre sus mejores páginas figuran los Discursos filosóficos (1787) en verso, con notas y textos en prosa. Defiende la religión y la Patria, sin apoyar la ideología conservadora.
En 1788 termina su Discurso sobre el modo de escribir y mejorar la historia de España (¿1816?) en cinco capítulos. Sigue la historiografía española desde época alfonsí, expone la importancia de que sea uno solo el cronista real y no una sociedad, e insiste en el uso de fuentes historiográficas fiables. Propone una historia de los Austrias, para analizar el atraso de España.
Un Informe fiscal refleja la decadencia universitaria, cuyo escolasticismo y alejamiento de la realidad provocaron un descontento entre los alumnos.
Su obra más celebrada, las Exequias de la lengua castellana, se redacta desde 1782-84. Forner la subtitula sátira menipea, por mezclar el verso y la prosa. En esta oración fúnebre presenta a don Pablo Ignocausto, viajando al Parnaso con su amigo Arcadio. Cervantes los acompaña en busca de Apolo. Entre poetas ranas, conocen a respetables autores, como Mayans i Siscar o Esteban Manuel de Villegas. Un debate entre la lengua vasca y la fenicia aplaza el funeral. El dramaturgo Cañizares provoca un discurso sobre el descuido del teatro. Se critica a Feijoo y se defiende el derecho y la literatura clásica.
Sus cinco Cartas familiares (...) a su hermano... (1791-93), tocan temas eruditos y se tradujeron a otras lenguas.
El político barcelonés Antonio de Capmany (1742-1813) escribió una Memoria histórica sobre la marina, comercio y artes de la antigua ciudad de Barcelona (1779-92), entre otras obras sobre economía y filología, como la Filosofía de la elocuencia (1777).
Francisco Cabarrús (1752-1810) nació en Bayona. A su Elogio de Carlos III (1789) se suman las Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las leyes oponen a la felicidad pública (1808), redactadas desde 1792 y 1795. Expone los temas básicos de la Ilustración: virtud, progreso, distribución de riqueza...
Antonio Eximeno (1729-1808), jesuita valenciano, publica un tratado sobre música (Roma, 1774), traducido al castellano en 1796. No editaría en vida su novela satírica Don Lazarillo Vizcardi, seguidora del Quijote, a cuyo autor dedicó otros trabajos. Fue contemporáneo de Antonio Soler (1729-1783).
La bibliografía de este siglo tuvo su mejor exponente en Juan Sempere y Guarinos (1754-1830), nacido en Elda (Alicante). Este doctor en Teología fue miembro del Tribunal Supremo de Justicia durante la invasión francesa. Se exilió en 1813 con las tropas bonapartistas. Volvió a España en 1827 y murió en su pueblo natal.
Su Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reinado de Carlos III (1785-1789), en seis volúmenes, incluía unos ciento cincuenta autores contemporáneos, ordenados alfabéticamente, muchos de los cuales vivían al publicarse su obra. Añadía artículos sobre instituciones o academias. Respondía al desprecio de Masson de Morvilliers y consultó bibliotecas privadas, como la de Jovellanos o Pérez Bayer, apoyado por Campomanes y Floridablanca, y asesorado por Juan Andrés.
Es también autor de una Biblioteca española económico-política (1801-1804).
En Mérida (Badajoz) nace Juan Pablo Forner Segarra (1756-1797). Estudió en Salamanca, donde trataría a José Cadalso. Su carácter lo enfrentó a personalidades de su época. Parte de sus obras permaneció inédita hasta 1843.
Juan Pablo Forner Premiado por su Sátira contra los abusos introducidos en la poesía castellana (1782), atacó a Iriarte en El asno erudito (1782) y recibió contestación. Siguió la polémica con Los gramáticos, Historia chinesca (1782), donde presenta a Chu-su, a quien su maestro, maleducado en Japón, convierte en un pedante de mal gusto. Ignorando a un filósofo, Chu-su se ofusca en un poema sobre la Música, a imitación de un poeta español. Un viaje a Europa lo desengaña y escarmienta.
Las alusiones a Iriarte provocaron que esta obra quedase inédita. Tras satirizar a Cándido María Trigueros, García de la Huerta y a otros autores, Forner recibió en 1784 una seria advertencia oficial.
En 1782, la polémica creada al publicar Masson de Morvilliers su artículo antiespañol ¿Qué se debe a España?, el apoyo de Floridablanca y un concurso sobre elocuencia animaron a Forner a redactar la Oración apologética por España y su mérito literario (1786). En sus dos partes alaba a España y señala sus logros con erudición.
Entre sus mejores páginas figuran los Discursos filosóficos (1787) en verso, con notas y textos en prosa. Defiende la religión y la Patria, sin apoyar la ideología conservadora.
En 1788 termina su Discurso sobre el modo de escribir y mejorar la historia de España (¿1816?) en cinco capítulos. Sigue la historiografía española desde época alfonsí, expone la importancia de que sea uno solo el cronista real y no una sociedad, e insiste en el uso de fuentes historiográficas fiables. Propone una historia de los Austrias, para analizar el atraso de España.
Un Informe fiscal refleja la decadencia universitaria, cuyo escolasticismo y alejamiento de la realidad provocaron un descontento entre los alumnos.
Su obra más celebrada, las Exequias de la lengua castellana, se redacta desde 1782-84. Forner la subtitula sátira menipea, por mezclar el verso y la prosa. En esta oración fúnebre presenta a don Pablo Ignocausto, viajando al Parnaso con su amigo Arcadio. Cervantes los acompaña en busca de Apolo. Entre poetas ranas, conocen a respetables autores, como Mayans i Siscar o Esteban Manuel de Villegas. Un debate entre la lengua vasca y la fenicia aplaza el funeral. El dramaturgo Cañizares provoca un discurso sobre el descuido del teatro. Se critica a Feijoo y se defiende el derecho y la literatura clásica.